la memoria es frágil
la memoria es lo que a ella le da la santa gana
he buscado fotos hechas desde la cocina al menos un par de veces
me puse a recordar los desayunos mirando la línea azul del horizonte
como hipnotizada
en alguna foto de interior, la realidad me devolvía el golpe
también había un hule morado con lunares blancos
que le hizo el fondo a los cuadernos sucesivos,
una y otra vez
un desayuno y el siguiente
otra foto de interior y aparece el azucarero pato amarillo
las paredes verde chillón
los asientos pegados a la pared, acompañando la esquina
en una interpretación libre de los sofás marroquís
la tetera junto a la ventana con las hojas del poto saliendo,
desparramándose sobre el fregadero, enmarcando la imagen del azul afuera,
con aquella especie de muñeca de hierros y papel
que se despertaba todos los días bailando sobre la tetera
sobre el agua del grifo
sobre su selva de potos
la niña de papel y de hierro que me retaba cada mañana
me invitaba a dejarme ir
sacar los ojos de los lunares
de los cuadernos
del café
del aceite en lata de cuatro litros
de las tostadas de un pan que se llamaba galleta
y había que cortar por capas
mezclas imposibles
galleta y aceite de quién sabe qué olivos, envasado en catalunya comprado en un freeshop de un pueblo que se llama Chuy
pueblo doble
la memoria inventa
la memoria vive como se le canta
me había olvidado de los tejados inmensos, de la multitud de edificios que había
entre mi desayuno y el río-mar
el sol entra
va dejando su rastro de
no lo voy a decir
dilo tú
al fin y al cabo
todas las ventanas se mueven
incluso las que no están